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¿Qué es la deflación? ¿Hay que temerla?

En estos momentos, la deflación ha irrumpido en la terminología de los informes de los organismos internacionales relevantes, con el FMI y los bancos centrales a la cabeza.
El propio BCE ha dado un giro histórico a su posición antiinflacionista tradicional al contar con la unanimidad de su consejo para prevenir un hipotético riesgo de deflación.

Este tema ha saltado, por tanto, desde la visión teórica de nuestras aulas y manuales, en forma de mera hipótesis (con alusiones siempre al prototípico caso japonés), a la realidad más inmediata reflejada por los medios de comunicación, que lo han tomado como uno de sus temas preferidos en los últimos tiempos y así vienen ofreciendo diversas explicaciones divulgativas que nos ayudan a su comprensión.

No obstante, nos parece oportuno ofrecer aquí una puesta en orden de los aspectos más relevantes de la deflación para disponer, al menos esquemáticamente, de una buena visión de conjunto. Mi objetivo ha sido escribir el artículo que me hubiera gustado encontrar sobre la deflación.

Definición

La deflación se puede ver como una situación similar a la inflación pero simétrica y de signo contrario. Por tanto puede definirse como un proceso de bajada generalizada y continua del nivel general de precios de la economía. Esto significa que tiene estas notas:


Es un “proceso”, por tanto algo persistente en el tiempo y no meramente puntual ("inflación negativa"). ¿Durante qué período de tiempo deben descender los precios para que la situación se pueda calificar como “deflacionista”?  Aquí no se trata de una definición mecánica (algunos dicen 2 trimestres / 6 meses). Lo determinante es que sea algo persistente y continuado en un plazo largo.


Debe afectar al conjunto de los precios de una economía. No basta con que desciendan los precios en algún producto o sector, circunstancia habitual en la evolución normal de cualquier economía, sino en el nivel general de los precios, medido por los indicadores pertinentes (ver epígrafe siguiente).

Hay que recordar que es un fenómeno esencialmente monetario que afecta a las tenencias líquidas de los agentes económicos, como veremos.

No confundir, por tanto, la deflación con:

  • Inflación negativa”: que es un mero decrecimiento temporal del índice de precios (IPC ó IPCA), generalmente por culpa de sus elementos más volátiles (bienes agrícolas perecederos y productos energéticos).
  • Tampoco con la hoy llamada impropiamente “desinflación” que es un neologismo en boga para designar una bajada de la inflación pero sin llegar a ser negativa: un mero eufemismo para evitar mencionar la antesala de la deflación. 
  • En rigor la “desinflación” es la desaceleración paulatina e insistente (a largo plazo) de la tasa de crecimiento del índice de precios (IPC ó IPCA), debida a las variaciones de los precios provocadas por el progreso tecnológico (por ejemplo computación, internet, fabricación masiva, biotecnología…). Esta “desinflación”, por tanto, estaría relacionada con el concepto de la descomposición de los “precios hedónicos” de los productos, es decir, las variaciones de calidad y prestaciones que se originan con el cambio tecnológico y que conllevan normalmente una bajada de sus precios. Pero no estaría relacionada con la deflación.
¿Cómo se mide?

ÍNDICES DE PRECIOS

Como es lógico, se utilizan los mismos termómetros que sirven para medir la temperatura de la inflación, es decir, los índices de precios. Los más relevantes en este caso son: (Una explicación más detallada en nuestra EconoGUÍA-6: Guía sobre la inflación)
  • IPC: Índice de Precios al Consumo
  • IPCA: Índice de Precios al Consumo Armonizados (para facilitar las comparaciones en Europa y guiar la política del BCE). Estos 2 índices tienen sus versiones “adelantadas”, con el apellido “IA” (Índice Adelantado). Así disponemos del “IPC-IA” y también del “IPCA-IA” que se publican anticipadamente (unas 2 semanas antes) con datos ya reales pero aún incompletos por estar en elaboración.
  • Deflactor implícito del PIB
  • Inflación subyacente: IPC pero eliminando los elementos más volátiles y ajenos a la propia estructura de la economía en cuestión. Técnicamente se llama IPSEBENE: Índice de precios general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos
  • IPC-IC (a Impuestos Constantes): Es el IPC sin considerar las variaciones de los impuestos y subvenciones. Por tanto sólo diferirá del IPC cuando haya cambios en los impuestos o las subvenciones
    • ¿Qué impuestos? Sobre el Valor Añadido (IVA), combustibles, tabaco, matriculación de vehículos, primas de seguros….
    • ¿Qué subvenciones? Aquellos subsidios considerados dentro del IPC (por ejemplo, los ligados al consumo de medicamentos o a los peajes…)
Hay que calibrar qué índices están mejor adaptados en cada ocasión para valorar cada momento de la enfermedad. Simplemente se trata de tener criterio suficiente para el diagnóstico. Por ejemplo, podemos encontrarnos con un hipotético dato puntual del IPC en valores positivos pero las alarmas de deflación se activarían si el índice de Inflación Subyacente (IPSEBENE) es al mismo tiempo negativo… Igualmente es imprescindible saber si una tasa muy baja de IPC se mantiene positiva sólo por haber subido en ese momento los impuestos…

TASAS DE VARIACIÓN

Hay que poner cuidado en los términos de la comparación de las tasas de variación para saber interpretar mejor la cifra: intermensuales, YTD (en lo que va de año), elevadas a tasa anual, sobre el mismo mes de año anterior (12 meses anteriores), media anual, diciembre sobre diciembre…

Causas

La deflación se origina inicialmente por el “Gap” (brecha ó desfase) que se produce en la economía, en términos agregados, entre la demanda y la oferta disponible. 

Al revés que en el caso del “gap inflacionista”, aquí lo que ocurre es que la demanda agregada actual es insuficiente para retirar del mercado la oferta agregada disponible, lo que generará de forma automática un impulso natural hacia una valoración menor (menores precios) de esa oferta excesiva con el fin de buscar el equilibrio tratando de equipararse así a la demanda insuficiente. 

De forma más intuitiva, si la oferta es excesiva las empresas verán aumentar los stocks de productos en sus almacenes, por falta de demanda suficiente, con lo que tratarán de reducir esos stocks con disminuciones de precios (mediante toda clase de acciones comerciales: promociones, liquidaciones etc.), al tiempo que ajustarán a la baja sus niveles de producción. Se inicia así el proceso deflacionista con una bajada generalizada de los precios de la economía. 

Podría pensarse que este proceso se detendrá de forma espontánea cuando esa oferta de bienes y servicios, ahora más barata, se reencuentre con el nivel de la demanda, dejando nuevamente la economía en equilibrio. Pero este es el problema: esto no sucede así. Una vez comenzada la llamada “espiral deflacionista”, resulta muy difícil detenerla y resultan poco eficaces los instrumentos ordinarios de la política económica, como veremos. De ahí su peligro y el gran temor que tienen las autoridades económicas a cualquier atisbo de deflación.

A esta situación de desfase deflacionista se ha podido llegar a través de una amplia gama de situaciones, tanto por el lado de la demanda (por ser insuficiente) como por el lado de la oferta (exceso de oferta) o, lo que es más habitual, por una combinación de ambas cosas.

La enfermedad puede tener además otra serie de síntomas concomitantes que influyan en su gravedad como las de naturaleza monetaria (dificultades de la política monetaria en presencia de una trampa de liquidez) o de desapalancamiento financiero (deflación de deuda) que también induce a la baja de los precios de los activos (ante el excesivo endeudamiento de los agentes económicos, especialmente tras una burbuja).

Para entender mejor este proceso, veamos más en detalle el funcionamiento de lo que nosotros llamamos “la triple espiral deflacionista”, tan temida no sólo por sus efectos devastadores sino por las dificultades de salir de ella.

Bucle 1.- La "espiral deflacionista" de insuficiencia de demanda

1. Hemos visto que se produce inicialmente una brecha ó desfase caracterizado por el exceso de oferta ante una demanda insuficiente. ¿Cómo se llega a este desfase? Puede darse una amplia gama de situaciones tanto por el lado de la demanda (por ser insuficiente), shocks de demanda, como por el de la oferta (exceso de oferta), shocks de oferta, o bien por una combinación de ambas cosas, que es más habitual. En cualquier caso lo importante ahora, sin entrar en más detalles, es que este “gap deflacionista” inicia el proceso de la espiral.

2. Descenso generalizado de precios. Tal y como acabamos de ver, existe una tendencia natural por parte de la oferta para adecuarse a la demanda mediante una bajada generalizada de precios que permita encontrar los puntos de intersección del equilibrio.

3. La bajada de precios de los productos y servicios conlleva una reducción de márgenes de las empresas

4. Éstas se empezarán a encontrar con problemas para devolver deudas si se mantienen estables los costes laborales, con lo que habrá una tendencia a la reducción de la producción y de las plantillas, así como de su inversión productiva.

5. Se incrementa, por tanto, la tasa de paro.

6. Un mayor desempleo reduce la renta disponible de los asalariados y se une al descenso de las otras rentas de la economía, todo lo cual deprime el consumo (sobre todo de bienes de consumo duradero: electrodomésticos, coches etc.)

7. Podía pensarse inicialmente que, ante unos precios más atractivos, el público aumentará su consumo. Pero este posible efecto renta (por el menor precio) se contrarresta con las perspectivas de que los precios seguirán bajando, lo que hace retrasar las decisiones de compra del público (sabiendo que el producto ó servicio será más barato en el futuro).

8. De esa forma se reduce aún más el consumo con lo que la demanda de bienes y servicios no sólo no se activa sino que retrocede más.

9. Piénsese que no sólo juega la demanda de bienes de consumo, sino que también se retrae el otro componente de la demanda interior que es la demanda de bienes de inversión por parte de las empresas ya que están enfrascadas en reducciones de producción y no estarán pensando precisamente en invertir para aumentar la capacidad.

10. El proceso se retroalimenta y, ante una demanda aún más reducida, vuelve a aparecer el desfase de exceso relativo de oferta, con lo que se vuelven a producir fuertes presiones para nuevas reducciones de precios. La espiral continúa… en una marcha irrefrenable hacia el colapso de la economía…

Esta sería una visión de la deflación muy simplificada y ya bien conocida por los seguidores de los medios de comunicación, que en el gráfico hemos denominado “la espiral tradicional de la insuficiencia de la demanda”. Sin embargo, el fenómeno contiene algunos otros matices menos divulgados que nos resultan imprescindibles para conocer con más profundidad este fenómeno. Veamos primero lo que hemos llamado “la espiral del endeudamiento” que se entrelaza con la tradicional espiral de la insuficiencia de la demanda y luego veremos los aspectos monetarios implicados, lo que podríamos denominar como la tercera espiral, la monetaria.

Bucle 2.- La espiral adicional de excesivo endeudamiento

1.- DEFLACIÓN DE LA DEUDA

Nos apoyamos inicialmente en la situación descrita por Irving Fisher (y antes por Keynes) en la que se destaca el potente efecto que tiene sobre la caída de los precios (deflación) el endeudamiento excesivo (tanto público como privado). Resulta muy interesante por la oportuna aplicación que tiene para las actuales economías y, especialmente, para la española, dada su elevada posición de deuda total (pública y privada).
De forma breve, veamos el razonamiento sencillo de su funcionamiento.Una burbuja, que sabemos que consiste en la sobrevaloración de cualquier activo (mercados de valores, inmobiliarios etc.), sólo se puede ir hinchando si se apoya en un endeudamiento (los agentes compran los activos con préstamos). Cuando la burbuja estalla, queda un sobreendeudamiento que obliga a comenzar de inmediato el desapalancamiento, es decir, la venta y liquidación de los activos en cuestión para saldar las deudas. Pensemos como ejemplo en el valor de las empresas puntocom hace años o en el sector inmobiliario español más recientemente.
Este desenlace brusco implica, naturalmente, una repentina sobreoferta de esos activos enfrentada además a una demanda que no sólo es menor sino que está en proceso de franco retraimiento o incluso llega a ser prácticamente inexistente (apenas hay transacciones), dado que ya estalló la burbuja. La consecuencia es una obvia depreciación acelerada del valor de tales activos haciendo bajar fuertemente sus precios y contribuyendo así a la deflación generalizada de la economía.
En conclusión, en el caso de posiciones de endeudamiento desmesurado (tanto sea público como privado), se produce una potente corriente deflacionista (de bajada de precios) que presiona de forma adicional todavía más al descenso de los mismos que ya provenía de la anterior “espiral tradicional de la insuficiente demanda” que acabamos de ver. Además este efecto será más intenso (y más rápido) en el caso de que el endeudamiento provenga del estallido de una burbuja (como en el caso de España con su burbuja inmobiliaria).


2.- EL PAPEL DE LOS BANCOS

En esta situación de excesivo endeudamiento que describimos, es lógico pensar que los intermediarios financieros que están en el corazón de ese endeudamiento, es decir, los bancos acreedores, jugarán un papel importante. Verán aumentar fuertemente la morosidad (pues sus clientes tendrán más dificultades para devolver los préstamos) y, en caso de no disponer de balances fuertemente capitalizados, se verán obligados a restringir el crédito, con la consiguiente estrangulación de la inversión (credit crunch) típica de las crisis financieras.
Así estos problemas para el funcionamiento de las empresas (financiación del circulante) y para la inversión productiva suponen otro factor adicional que contribuye al afianzamiento de la recesión propia de la deflación. 

3.- OTRA CONSECUENCIA DE LA DEFLACIÓN DE DEUDA

Hay otro efecto más rebuscado pero no menos relevante. 
Es bien sabido que la deflación de deuda tiene importantes efectos redistributivos de la renta y la riqueza en una economía pues actúa en contra de los deudores nominales (familias, empresas o estado) a los que les resultará más costoso en términos reales devolver sus deudas, y a favor de los perceptores de rentas fijas y, en general, de los acreedores en términos monetarios pues la deflación hará aumentar el valor real de la deuda.
Nos referimos, por tanto, a que esta deflación de deuda, al redistribuir la renta desde los deudores hacia los acreedores contribuye también a una contracción adicional de la demanda por una doble vía:

  • Por el hecho de que los acreedores forman un grupo con una menor propensión al gasto
  • Por el hecho de que los deudores, por su parte, acuciados por las fuertes deudas, se verán abocados a reducir drásticamente su propensión a consumir
Por ambos lados se fomenta así una mayor reducción de la demanda y, por tanto, se sigue alimentando también desde este escenario el proceso deflacionario.


Bucle 3.- La espiral de naturaleza monetaria

Hay varios mecanismos monetarios afectados en un proceso de deflación

1.- En primer lugar, se produce una apreciación del dinero, (ya que aumenta su poder adquisitivo), lo que lleva a una mayor preferencia de liquidez y a su atesoramiento correspondiente lo que hace aumentar las tenencias líquidas por parte del público. Según los casos se acompaña con una tendencia lógica a disminuir los depósitos en los bancos pero, en todo caso, disminuye de forma paralela la cantidad de dinero en circulación.

2.- En segundo lugar, se produce una importante alteración de los tipos de interés con acusados efectos en la economía, ya que de forma automática la deflación hace encarecer los tipos. Aunque bajen los tipos nominales, van subiendo los tipos reales a medida que avanza la deflación (ya que los reales son los nominales menos la inflación, en este caso negativa al ser deflación…).

Esto quiere decir, por ejemplo, que un tipo nominal tan bajo como del 0,5% se convierte en un tipo real del 2% en caso de que la deflación (bajada de precios) fuera del 1,5%. De esta forma la elevación de los tipos reales provocada por la deflación configura otro círculo vicioso frente a la situación deflacionista ya que estos tipos reales más elevados siguen arrastrando hacia la recesión al desestimular el consumo y la inversión.

3.- En tercer lugar, en estas condiciones, la política monetaria se encuentra en una situación crítica, a punto de perder ya toda su operatividad. Esto se ve especialmente agravado al quedar la política monetaria atrapada en la “trampa de liquidez”


¿En qué consiste la trampa de liquidez?
  • Sabemos que la bajada de tipos por parte del Banco Central es un instrumento muy potente para estimular la economía. ¿Por qué? Porque hace que sea más barato para los hogares y empresas pedir prestado con lo que se reactiva la actividad (aumento del consumo y la inversión).
  • Sin embargo, cuando ya los tipos nominales se hallan cercanos a cero, los inversores (bancos incluidos) priorizan atesorar el dinero en vez de prestarlo, bajo la suposición de que los tipos terminarán subiendo en el futuro. Decía Keynes que esa “preferencia de liquidez” llegaría a ser tan intensa que todo el mundo prefiera tener dinero en efectivo en lugar de unos valores que ofrecen un interés tan exiguo.
  • Es la situación que se denomina “trampa de liquidez” y conlleva que la autoridad monetaria pierda el control del tipo de interés (ya no puede hacerlo bajar más) y desaparezca la política monetaria haciéndose inoperante. (LO EXPLICO MÁS DETALLADAMENTE EN ESTE VIDEO a partir del minuto 10:20). 
4.- En cuarto lugar, no hay que descuidar el efecto gravemente distorsionador que padecen los agentes económicos por no saber hacer los cálculos correctos para sus decisiones financieras por culpa de la llamada “ilusión monetaria” (no confundir con trampa de liquidez…). 

¿En qué consiste la ilusión monetaria? En no tener en cuenta la inflación/deflación y, por tanto, cometer errores en la valoración de los cambios nominales frente a los reales. Ejemplos: evaluar la subida nominal de un salario, de un alquiler de una vivienda, los tipos de interés de un préstamo bancario o la rentabilidad de una inversión que le proponen ... sin considerar la variación de la inflación con lo que no saben exactamente el resultado de su análisis y decisión (pues quizá lejos de subirle el salario se lo han bajado sin que se haya enterado, por ejemplo).

Es básicamente un problema de cultura financiera pero ha sido casi ignorado hasta que la gran recesión ha traído este hecho constatable al primer plano. Incluso parte de los despropósitos de las recientes actuaciones bancarias en el mundo se han amparado en el analfabetismo financiero de sus clientes y, a veces, incluso de sus propios empleados bancarios...

Efectos de la deflación

De lo dicho anteriormente, podemos recapitular sintéticamente los siguientes efectos:

  • La deflación preserva el poder adquisitivo de las rentas (ceteris paribus, sin alterar ninguna otra circunstancia) pero aumenta el valor de las deudas en términos reales.
  • Perjudica, por tanto, a los agentes más endeudados (sean hogares, empresas o estados), favoreciendo a los acreedores. Todo ello conlleva procesos redistributivos de largo alcance.
  • En el caso de una abultada deuda pública, como es el caso de España (aunque sólo en los últimos años, y sobre todo desde 2012), la deflación condiciona las restricciones de política económica y la viabilidad de la política fiscal tanto por el lado de los ingresos como por el del gasto. Penaliza fuertemente el tener una deuda pública tan abultada (que queda encarecida). Además, sube el ratio de Deuda en relación al PIB por el simple hecho de que éste, que figura como denominador, queda reducido automáticamente al depreciarse y ser valorado a los precios nominales más bajos propios de la deflación.
  • Frena la producción (en el sentido de la contabilidad nacional, es decir el PIB y, por tanto, el conjunto de la renta nacional) así como el crecimiento ya que los consumidores y los empresarios aplazan sus decisiones de consumo e inversión, respectivamente, con la expectativa de precios aún más bajos de los bienes y servicios.
  • Encarece el precio del dinero: suben los tipos de interés reales lo que tiene decisivas consecuencias sobre la demanda de consumo e inversión, sobre los procesos de crédito y sobre la instrumentación de la política monetaria. 
  • Hay otro efecto que suele pasar desapercibido pero que tiene gran importancia debido a la sorprendente falta de cultura financiera de la población (en todos los países), tal y como revelan multitud de estudios (ver recuadro al margen). Me refiero a la “ilusión monetaria” que hemos ya mencionado y que hace que las decisiones financieras de los agentes económicos sean erróneas al confundir lo real con lo nominal, es decir, al no tener en cuenta la inflación en sus cálculos. Todo ello conlleva importantes distorsiones no sólo a nivel individual sino también en el funcionamiento de la economía en general.
  • Eleva el tipo de interés real
  • Eleva el valor real de la deuda
  • Además reduce la demanda interna
  • Mejora en principio la competitividad comercial frente al exterior

¿Por qué la deflación es tan perniciosa?
1.- En primer lugar por el conjunto de efectos negativos que hemos mencionado.

2.- Sobre todo, porque tiene una configuración perversa de círculo vicioso y de entrelazamiento de varias espirales o bucles que se retroalimentan tal y como hemos visto: el bucle de la insuficiencia de la demanda, el de la deflación de deuda en presencia de alto endeudamiento y el monetario. 

Todos ellos impregnados además de un veneno corrosivo que impide el correcto engranaje de los tres bucles: las propias expectativas que se autocumplen y que son difíciles de revertir: incluso las estúpidas apelaciones de los gobiernos al optimismo infundado agravan la situación pues los agentes económicos reaccionan más negativamente aún ante el engaño…

3.- Adicionalmente, concurre otra circunstancia agravante: no existen instrumentos eficaces de política económica contra la deflación ya que la política monetaria pierde virtualidad en estos casos y el resto de políticas (la fiscal, fundamentalmente), quedan muy limitadas por la presencia de un endeudamiento tan abrumador que desautoriza las políticas expansivas…

Remedios

Convencionalmente se proponen 2 grandes tipos de actuaciones, ambas con incertidumbre en sus resultados y con distintas contraindicaciones o “efectos secundarios”

1.- En primer lugar las políticas monetarias no convencionales (llamadas así porque no pueden bajarse más los tipos de interés que están ya próximos a cero). Se basan en la llamada expansión cuantitativa, como las famosas QE (Quantitative Easing) de la FED o las actuaciones recientes en Japón del BoJ (Abenomics) inyectando liquidez masiva en los mercados monetarios a través de la compra abultada de bonos (sobre todo del Estado pero pueden ser incluso los emitidos por las empresas). 

Tiene sus detractores pues se piensa que, al forzar a la inflación, puede provocar intensos brotes inflacionistas pero lo cierto es que no se ha producido esta consecuencia tan temida por algunos analistas. 

El objetivo, además de sostener la economía a corto plazo con una liquidez que era escasa por la “trampa de liquidez”, es provocar un alza progresiva de los tipos de interés y poder así ir recuperando la instrumentación de la política monetaria convencional con la vuelta al manejo de los tipos. El momento más delicado surge a la hora de desmantelar estos estímulos cuantitativos artificiales (tapering).

2.- Otras políticas expansivas no monetarias.

  • La más importante sería la política fiscal expansiva (diferencial de ingresos y gastos públicos) pero sabemos que tiene sus riesgos pues está severamente limitada cuando concurre un alto endeudamiento público, como hemos visto.
  • Impulso a políticas de crecimiento. Expansión de la demanda interna y de la demanda exterior que rompa el círculo vicioso del primer bucle.
  • Los cambios estructurales en la estructura del gasto, propiciando la educación y el I+D+i.
  • Modificación de las expectativas (al fin la deflación es un problema de expectativas en sentido amplio…), pero propiciada por hechos constatables por los agentes económicos y no por arengas y manipulación del gobierno, por supuesto.

Conclusión

La deflación es un proceso complejo, de efectos no menos devastadores que una inflación grave, y que invalida (cuando se producen circunstancias peculiares como la “trampa de liquidez) la efectividad de los instrumentos básicos de la política económica, especialmente la monetaria.

Todo ello hace que sea una situación especialmente temida por las autoridades económicas que, a diferencia del caso de la inflación, no disponen de mecanismos terapéuticos adecuados a la grave enfermedad.

Como recientemente vienen insistiendo las corrientes más avanzadas del pensamiento económico, la mayoría de las explicaciones del comportamiento de las economías tienen una profunda raíz psicológica, anclada en las motivaciones más inexploradas del comportamiento humano. 

Por eso también aquí podemos decir que, al igual que en el caso de la inflación, la deflación tiene un decisivo componente de “expectativas autocumplidas”. Prácticamente todo en la teoría económica se fundamenta en las expectativas, pero conviene recalcar que con ello no nos estamos refiriendo a las estúpidas “apelaciones a la confianza y al optimismo” propias de algunos gobiernos que lo que consiguen realmente es, en caso de no ser realistas, agravar mucho más las expectativas de los agentes económicos ante el engaño.

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