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Una revolución en la economía: el envejecimiento de la población

El imparable envejecimiento de la población

Usar el término revolución en el título de este artículo puede parecer enfático, pero a lo largo de las siguientes líneas (si todavía el lector se aviene a continuar) veremos que es apropiado usarlo ateniéndonos al significado que la RAE atribuye a “revolución” como “cambio rápido y profundo”.
Así, lejos de cualquier exageración, el envejecimiento de la población representa una revolución que conllevará un cambio radical respecto a la trayectoria histórica.

Por primera vez en la historia del hombre, las personas mayores de 64 años serán más numerosas que las menores de 15. Por ejemplo en España el colectivo de personas mayores de 64 años supera ya al de los menores de 15 años desde 2001. Y el 1 de enero de 2014 representaban ya los mayores un 18,2% del total de la población frente a sólo un 15,2% los menores de 15 sin que las proyecciones oficiales de todos los organismos dejen de acentuar esta tendencia en las próximas décadas. Así, el INE vaticina que en 2052 la población española será más reducida que la actual en un 10% y estará totalmente envejecida pues nada menos que un 37% de la población será mayor de 64 años. Hay que destacar que es un fenómeno universal que no se circunscribe sólo a los países desarrollados.
Todo esto tendrá consecuencias trascendentales sobre la economía. Pero ¿cuáles son esas consecuencias?

¿Conocemos las consecuencias económicas?

Sabemos que las proyecciones demográficas tienen una gran fiabilidad pues se limitan a anticipar una evolución temporal de las personas que ya han nacido y las cohortes actuales de edad están predeterminadas. Por tanto se cumplirán sin incertidumbre salvo que sucedan en el futuro gravísimas calamidades imprevisibles como epidemias aniquiladoras, guerras mundiales exterminadoras ó catástrofes naturales devastadoras. Sin embargo, los trascendentales efectos inducidos que estas fiables proyecciones demográficas tendrán sobre la economía exigen además tener en cuenta aspectos mucho más complejos que tienen que ver con el comportamiento humano y con el funcionamiento de los mecanismos económicos, lo cual hace que las proyecciones económicas tengan siempre un grado de incertidumbre mayor. Aun así, no podemos dejar de formular predicciones para poder tomar las medidas oportunas, por lo que nos vemos obligados a continuación a aventurarnos por el peligroso terreno de la prospectiva…

Horizonte castastrofista en vigor: la visión demográfica

Este panorama demográfico es hoy de sobra conocido aunque en él se suelen resaltar habitualmente las consecuencias económicas más negativas como la falta de sostenibilidad de las finanzas públicas ó la inviabilidad financiera de los actuales sistemas de pensiones.
Sin embargo, la futura economía caracterizada por una población envejecida no será una mera prolongación de la estructura económica actual sino que tendrá unos perfiles nuevos y distintos que invalidan las negativas conclusiones que se oyen usualmente.
Para entenderlo mejor daremos primero unas nociones básicas de economía generacional y luego enumeraremos algunas de las características de la economía envejecida, por cierto con una visión no tan pesimista.

Unas nociones de economía generacional

Dos pinceladas para entender los efectos del envejecimiento en los engranajes de la economía: 

1ª.- El ciclo vital: el comportamiento económico individual

Hoy se acepta (siguiendo al nobel Franco Modigliani) que las decisiones económicas de los individuos están muy determinadas por la etapa vital en que se encuentran dentro de su ciclo vital económico. Así hasta su entrada en actividad (infancia y adolescencia) no disponen de ingresos y su consumo es cubierto por transferencias ajenas (generalmente padres), luego en su etapa adulta laboral sus ingresos son superiores a su consumo de forma que pueden acumular ahorro para el período de su jubilación (en forma de planes de pensiones, compra de vivienda, adquisición de otros activos reales y financieros) y finalmente en los últimos años de la vida de nuevo el consumo es cubierto por el ahorro acumulado y por transferencias públicas o privadas (pensiones). Así el individuo en un período largo (al principio y al final de su vida) puede consumir más de lo que produce y lo compensa con las etapas en la edad de trabajar en las que produce más de lo que consume. Lo relevante es que estas decisiones, aunque dependen de sus expectativas sobre su propio envejecimiento, están afectando decisivamente a los mecanismos de funcionamiento de toda la economía: ahorro, financiacion, productividad, consumo (que es la parte más importante del PIB)…
Una mayor explicación puede verse en nuestro video titulado "La teoría del ciclo vital de Modigliani en la actualidad": 1ª parte (1de2) y 2ª parte (2de2)
En el gráfico siguiente puede verse el perfil del ciclo vital de Alemania, comprobando cómo en el período central los ingresos laborales per capita superan ampliamente al consumo y permiten sostener el consumo del resto de etapas vitales.

2ª.- “Bono ó dividendo demográfico”: el comportamiento económico de una sociedad.

Si pasamos ya a un punto de vista general, cuál sea la estructura de edades de toda la población será muy importante para la economía pues el comportamiento económico de los individuos va evolucionando a lo largo de su vida, afectando a variables como la productividad, el consumo, el ahorro o la educación.

Por ello surge la noción de “bono demográfico” como una situación transitoria en la que la proporción de la población que está en edad de ahorro por tener mayores ingresos predomina sobre la que tiene un exceso relativo de consumo (sobre todo las personas mayores). En esta situación de exceso de recursos, resultarán más viables y efectivas las transferencias intergeneracionales desde los económicamente activos hacia los jubilados (los sistemas de seguridad social), al tiempo que serán financiadas con más facilidad el resto de necesidades colectivas propias de un estado de bienestar como escuelas para niños, educación ó programas de salud. También mejorarán las finanzas públicas (pues mejoran los recursos por encima de las necesidades) y las finanzas familiares (que además reducen su gasto en educación y manutención de los hijos al ser éstos menos).

En general los cambios en esta estructura de edades de la población de las últimas 4 décadas han sido favorables en numerosos países, según la ONU, debido sobre todo a la reducción de las tasas de natalidad que han supuesto una disminución relativa de la población infantil y una mayor concentración de personas en las franjas de edades económicamente activas, cifrándose las ventajas de este “dividendo” en una mejora del nivel de vida en esas décadas de hasta el 40%.

Durante la primera década del s XXI todavía la estructura de edades ha seguido siendo favorable para la mitad del mundo pero terminará pronto en Indonesia, Brasil, Méjico, Chile… Aún seguirá siendo favorable varias décadas más en India, Filipinas y Africa. En cuanto a España, todavía continúa pues la famosa generación del Baby Boom (la compuesta por los que nacieron entre 1958 y 1977) no ha entrado aún en la jubilación como puede verse en el gráfico. No obstante, a mediados del siglo España será el tercer país más viejo del mundo (tras Japón y Corea del Sur) y además con una población más reducida que la actual.

El problema se plantea cuando desaparece este “bono demográfico”, con sus potenciales ventajas, cosa que irá sucediendo de forma generalizada incluso en los países con poblaciones actuales jóvenes. Según la ONU la clave está no tanto en la longevidad (la esperanza de vida) sino en la baja tasa de fecundidad.

¿Cómo cubrir este gap ó déficit de población adulta productiva? Lo planteamos en el siguiente apartado, en su punto 7.

Efectos del envejecimiento. Las 10 características de una economía envejecida

1. Se acentúa la disociación entre jubilacion y vejez

Tras la industrialización y el progreso técnico, ya no se necesita trabajar tanto para cubrir las necesidades de la comunidad con lo que pierde importancia la completa actividad del adulto. De esta forma el trabajador ya no tiene que llegar al límite de sus posibilidades sino que puede retirarse a “descansar” antes.

Esto conlleva derribar la frontera tradicional entre adulto y viejo (cuya divisoria es comunmente señalizada por la jubilación convencional), iniciándose así un largo período vital, etiquetado genéricamente como de “personas mayores” que se desdobla en dos etapas diferenciadas: una etapa de plena actividad adulta (intelectual, física y emocionalmente, aunque ya sin contribución directa a la economía formal por las exigencias del retiro forzoso en forma de jubilación) que cada vez se estira más por los avances en las condiciones de salud con el consiguiente alargamiento de la esperanza de vida. La otra segunda etapa es la propiamente circunscrita a la vejez, con la aparicion de una clara dependencia debida al declive significativo de las condiciones vitales.

2. Mayor actividad económica de las personas mayores

Pese a la retirada del mercado laboral tras la jubilación, los mayores ejercen una importante actividad económica.

Fuera de la economía de mercado producen dentro de la economía no monetarizada de los hogares servicios para sí mismos y para otras personas llegando a cubrir una parte elevada (hoy ya llegaría a un tercio) de la carga global de cuidados.

Aunque resulte algo más técnico conviene puntualizar que dentro del mercado su aportación contable al PIB proviene de la propiedad de viviendas (son propietarios ya hoy de más de un tercio del parque inmobiliario) y de las rentas derivadas de sus otros activos reales y financieros como planes de pensiones privados y depósitos.

Ya sin entrar a formar parte del PIB, sus ingresos son en su mayoría (hoy en España el 90%) procedentes de las pensiones, que no son rentas sino transferencias pero que les permiten una gran capacidad de gasto (consumo). Por cierto es sabido que en España estos ingresos por pensiones han ayudado a la estabilidad económica de muchas familias durante la crisis.

3. Baja tasa de dependencia 

(la tasa de dependencia es la relación entre niños y mayores frente a la población en edad de trabajar), en torno a 1, lo que plantea importantes retos para el mantenimiento de la estructura global de gasto de la economía y, en particular, también para las pensiones de los sistemas de seguridad social.

4. Sociedades más multiculturales e inter-étnicas: el papel de los saldos migratorios

Los déficits de la población activa tenderán a cubrirse con los saldos migratorios positivos aunque de forma parcial y provisional pues a nivel global los estudios al respecto alertan de que es inviable cuadrar las cifras con las personas necesarias en términos de disponibilidad y cualificación requeridas. En todo caso tendremos sociedades más inter-étnicas, con todas sus implicaciones socioculturales, económicas y de fortaleza competitiva correspondientes.

5. Aparecen nuevas oportunidades de negocio

Es habitual enumerar una larga lista de oportunidades de negocio asociadas con las nuevas demandas de una economía envejecida, desde el sector farmaceútico y de salud, pasando por el financiero y llegando al de consumo en el que no hay que olvidar el diseño de todos los productos para que sean accesibles ergonómicamente a un colectivo de tanto peso en la población: artículos más livianos, con aperturas fáciles, con tipografías grandes, fácilmente  transportables y con un número de unidades más acorde con su consumo más reducido.

Es muy importante, de todas formas, atender a las advertencias de los expertos de marketing: ojo con ofertar productos sólo para viejos: éstos no los aceptan bien pues se sienten más incluídos en la población general.

6. Se produce un rediseño de la estructura productiva

Con una población en la que las personas mayores pesan más de un tercio, serán economías con una diferente estructura productiva, comercial y de servicios ya que estas personas tienen otra estructura de gasto con un peso relativo mayor en Sanidad, menor en Ocio, espectáculos y cultura, muy escaso en Hoteles, cafés y restaurantes y casi nulo en Enseñanza (aunque éste previsiblemente aumentará dado que uno de los pilares del bienestar futuro de los mayores será el mantener altos niveles de aprendizaje…).

Se modificará la demanda de viviendas, la de servicios de cuidados personales relacionados con la dependencia y con las enfermedades crónicas vinculadas al envejecimiento.
Cambiará la demanda de los servicios de asesoramiento financiero.

Cabe también esperar una disminución del paro consecuente con la menor población relativa en edad de trabajar aunque, por otro lado, esta será una limitación productiva que conllevará una menor tasa de crecimiento potencial de la economía.

7. Desaparecerán las convencionales fronteras económicas de las “3 edades” 

Actualmente se acepta la clasificación de PRIMERA edad (la juventud, con predominio de la formación), la SEGUNDA (la edad adulta, con predominio del trabajo) y la TERCERA EDAD (destinada al ocio, el descanso del guerrero, la inactividad como meta de máximo disfrute... cuando paradójicamente hoy sabemos que la inactividad física y mental es lo más nocivo para el envejecimiento). Se llega incluso a hablar también de la CUARTA EDAD, a partir de los 80 años para acotar más la anterior. 

Como dice Antonio Abellán (del CSIC), habría que pensar en dejar de compartimentar las etapas vitales ya que los años ganados a la muerte (por la mayor esperanza de vida) se los hemos dado a la juventud (formación) y a la vejez (ocio) pero no a la edad adulta, agravando el problema de la dependencia.

En una economía envejecida la asignación de formación, trabajo y ocio debería ocupar toda la vida, no etapas predeterminadas, de forma que los mayores, actualmente retirados coactivamente de la vida activa por las normativas de jubilación, probablemente podrán participar voluntariamente en la economía (sin menoscabo de sus pensiones) y esto serviría también para aliviar los problemas financieros que hemos mencionado en la sostenibilidad del sistema.
Esto nos lleva a plantear un gran interrogante más general,

¿Cómo se podrá cubrir el gap ó déficit de población adulta productiva que se generará en una economía envejecida, sobre todo cuando desaparezca el “bono demográfico” del que hemos hablado?

Creo que la respuesta está en una cierta combinación de 3 factores, con distinto peso, que jugarán el papel de verdaderos “caladeros” para abastecer de este tipo de población adulta a una economía envejecida.
  1. La mano de obra femenina, todavía infrautilizada en la mayoría de los países
  2. El apoyo de la emigración, aunque jugará un papel sólo momentáneo y circunstancial pues a nivel global queda neutralizada y además, como nos previene la ONU, no existe una reserva de mano de obra con suficiente cualificación en los distintos países para poder cubrir las necesidades de otros
  3. El tercer factor, muy importante, será la propia contribución de las personas mayores que en una economía envejecida verán aumentado su período de actividad (de forma voluntaria o por retraso legal de la edad de jubilación) ayudando a cubrir de esta forma una parte del déficit de mano de obra adulta productiva.

8. Mayor formación en el colectivo de mayores,

con lo que este colectivo está dotado de mejores recursos personales para su participación económica y social: frente a las importantes bolsas de analfabetismo y población sin estudios que todavía hoy quedan entre los mayores actuales, en el futuro accederán a la edad personas de mayor cultura, con conocimientos tecnológicos que reduzcan la brecha digital (es sólo anecdótico que hoy hayan aprendido a usar internet pues las ventajas del ordenador sólo se aprovechan bien si antes se ha vivido la etapa escolar y laboral bajo la atmósfera digital), con conocimientos financieros que les habiliten para sus propias decisiones y con los hábitos de consumo (ventas a plazos, nuevas formas de distribución on line etc.) que se adquieren antes de llegar a la tercera edad.

9. Mayor peso de los mayores en la economía

Será un colectivo de poder creciente. Ya en EEUU representa el equivalente a la tercera mayor economía del mundo. Según un estudio se espera que en 2030 represente más del 50 % del PIB de Japón y EEUU. 
En una economía envejecida, los mayores representan una potencia en el consumo y previsiblemente llegarán a un grado de organización, hoy inexistente, para ejercer presión en la toma de decisiones sobre el conjunto de la economía.
En todo caso, un colectivo que representa una proporción tan grande de la población influirá decisivamente en las nuevas pautas de comportamiento económico tanto en el consumo como en el ahorro e incluso en la inversión financiera.

10. Efectos sobre el medio ambiente

Cabe esperar ciertos efectos medioambientales positivos de esta nueva economía, tanto por la disminución de la población en algunos países (menor consumo de agua, energía etc.) como por la disminución del consumismo asociada a las prácticas menos compulsivas que tienen las personas mayores en la reposición de los productos de consumo duradero (coches, teléfonos móviles etc.), más acordes con el aprecio y familiaridad que les aportan los objetos incorporados ya a sus hábitos de vida.

La edad dorada de la llamada “edad dorada”


Ya fuera de los planteamientos estrictamente económicos, cabe adivinar un nuevo escenario de vivencias personales y emocionales para las personas que de forma eufemística se califican a veces “de la edad dorada”. Este nuevo escenario puede representar un nuevo paradigma de ser mayor, expresión afortunada que la Fundación ATYME utilizó para denominar a un ciclo de conferencias sobre el tema.

Según esto ser mayor no será haber llegado al límite de las fuerzas, depender de la benevolencia de la comunidad y ser considerado como pasivo y dependiente (enfermo, inútil social). Por el contrario las personas mayores, con un gran peso numérico en la sociedad y con la gran influencia económica que les otorga su gran peso en el consumo y en la titularidad de patrimonios importantes (tanto inmobiliarios como financieros) pasarán a tener un protagonismo activo acorde con el normal uso de sus facultades cognitivas y operativas. 

Tendrán más cultura, mejor salud, mayores conocimientos financieros y una gran experiencia en el uso de las nuevas tecnologías, todo lo cual les dota de mayores recursos personales para afrontar las nuevas situaciones problemáticas que se les presenten.

Tendrán inoculado el virus del aprendizaje continuo con lo que tendrán la mejor disposición tecnológica a mantenerse integrados en la sociedad y a permanecer fieles a la pasión por seguir aprendiendo e incluso a aportar grandes dosis de creatividad ya que ésta afortunadamente no desaparece con la edad. 

Lo que es más importante, disfrutarán de la época más feliz de su vida, como acreditan insistentemente las últimas investigaciones al respecto que desmontan el prejuicio de que el mayor grado de satisfacción con la vida y la felicidad se alcanzaba en las edades adultas, cuanto se disponía de la plenitud de las facultades físicas, y no en la vejez.

Gozarán de una posición vital muy sólida cimentada en la experiencia, la serenidad y la estabilidad emocional que da una visión benévola de las vivencias pasadas. Se tratará, en definitiva, de alargar la frontera entre la edad adulta y la vejez limitante más allá de los límites convencionales de la edad.

Un par de citas interesantes:
“Los analfabetos del mañana no serán los que no hayan aprendido a leer sino los que no hayan aprendido a aprender”  (Herbert Gerjuoy, psicólogo, citado por Alvin Toffler)
Por su parte, CLINT EASTWOOD, creador de cine y música a sus 84 años, respondía:
"Mi secreto es estar ocupado. Nunca dejo entrar al viejo en casa" (El País 3 sept 2014)

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